viernes, 6 de abril de 2012


 
 
LA VITAMINA C, UN PODEROSO AGENTE ANTI-INFECCIOSO
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La vitamina C, también conocida como ácido ascórbico, es un nutriente hidrosoluble. Es la vitamina menos estable y es muy sensible a reaccionar con el oxígeno. Esto es importante ya que su potencia puede perderse cuando se oxida por exposición a la luz, el calor y el aire. Por eso los jugos de frutas deben consumirse inmediatamente de exprimidos.


Una de las funciones primarias de la vitamina C es mantener el colágeno, proteína fibrosa necesaria para formar el tejido conectivo de la piel, los ligamentos y los huesos. Otra de sus características importantes es la curación de heridas y quemaduras ya que facilita la formación del tejido conectivo en la cicatriz. También participa en la formación de glóbulos rojos y en la prevención de hemorragias. Además, la vitamina C combate las infecciones bacterianas y reduce los efectos de ciertas sustancias producidas por las alergias. Por estas razones, esta vitamina se usa frecuentemente para prevenir y tratar los resfríos.


Por otra parte, la vitamina C se relaciona con el metabolismo de otros nutrientes: ayuda al metabolismo de los aminoácidos fenilalanina y tirosina, convierte el ácido fólico inactivo en ácido folínico activo, tendría un rol en el metabolismo del calcio, protege a la tiamina, riboflavina, ácido fólico, ácido pantoténico, vitamina A y E frente a la oxidación.


También protege al cerebro y a la espina dorsal de la destrucción por parte de los radicales libres. Otra función del ácido ascórbico es aumentar la absorción intestinal de hierro.
En la glándula adrenal encontramos grandes cantidades de vitamina C, por lo que esta vitamina es esencial para la formación de adrenalina. De hecho, en situaciones de stress los niveles adrenales de ácido ascórbico aumentan rápidamente. 

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